Cuando estudiamos un rostro es muy importante hablar de la relación entre el marco y los sentidos, o, como lo definía Louis Corman, la gran cara y la pequeña cara.
La gran cara
- Nos hablan del inconsciente, de sus aspiraciones y objetivos profundos.
- Se refiere a la estructura ósea, más los músculos temporales y masetero.
- Nos hablan de las potencias vitales de reserva.
La pequeña cara
- Nos hablan del consciente.
- Son los receptores sensoriales.
- Se refieren a cómo hagamos los intercambios con el ambiente.
Si hay una relación armoniosa entre el marco y los receptores, la coexistencia entre las fuerzas conscientes e inconscientes de del individuo será también armoniosa. En un marco estrecho es bueno que los sentidos sean de medida mediana y que estén medianamente resguardados: En un marco dilatado, es bueno que sean de medida mediana y que también estén medianamente resguardados.
Entre los múltiples casos posibles, indicamos aquí cuatro:
Marco ancho y sentidos carnosos y abiertos
Es el cas del dilatat. Las reservas vitales son buenas y los sentidos permiten muchos intercambios. Hay mucha receptividad pero poco control del gasto energético, por lo tanto, hay cierta precariedad. (Ver foto ejemplo.)
Marco estrecho y sentidos finos, pequeños y cerrados
Son los retraídos extremos. Las reservas son pocas y los intercambios también también pocos y selectivos, es decir que gastan las energías con precaución. También hay, sin embargo, precariedad por las pocas reservas.
Marco ancho y receptores pequeños (p.e. Ronald Koeman o Louis van Gaal): el “concentrado”
Como podemos deducir, las reservas de energías y de fuerza son grandes pero el individu tiene la tendencia de guardarlas para él. Los intercambios serán pocos y tendrán la tendencia a ser en un único sentido, el de recibir y acumular. Por otro lado, tienen la capacidad de concentrar muchas fuerzas para dirigirlas, por ejemplo, a un objetivo que él se haya marcado.
Marco pequeño, y receptores grandes y abiertos: el “disperso reaccionante”
Las fuerzas son limitadas y el control de su gasto no existe. Hay una reacción a todos los estímulos de su entorno cercando sin medida, dispersando sus esfuerzos y malgastando sus energías.
CORMAN, Louis, Viso e carattere, Roma, Ed. Mediterranee, 2003, pp. 42-43.
SPINETTA, Jean, La cara, reflejo del alma, Barcelona, Editorial Iberia, 1992, pp. 38-42.
GABARRE, Julián, El rostro y la personalidad, Barcelona, Ed. Flumen, 4a ed, 2007, pp. 137-140.